Hace unos días el rey Juan Carlos I ha comunicado que se iba de España para quitarle presión a su hijo, el actual rey, debido a las continuas informaciones que aparecían en la prensa española relativas al cobro de unas presuntas comisiones durante su reinado.
Independientemente de la veracidad o no de las noticias, o de si ha hecho o no lo correcto me ha llamado la atención la llamada de los chamanes de las diferentes tribus políticas para que se agrupen alrededor de una determinada postura (a favor o en contra) de la manera más impulsiva posible, evitando cualquier tipo de reflexión.
En todas estas posturas no hay matices, hay unos buenos y unos malos, hay unos que lo hacen todo bien y otros que lo hacen todo mal. Unos defienden a capa y espada la figura del anterior rey sin mencionar la menor mácula y si escuchas a los otros parece que el anterior jefe del estado era un criminal que estaba todo el día robando gallinas.
Estoy cansado de que unos y otros intenten hacerme comulgar con ruedas de molino, estoy cansado de que intenten tirar de mis emociones sin dejarme un respiro para tener mi propia opinión, estoy cansado del incensante ruido con el que intentan acallar mi voz interior.
Las mejores opiniones son las opiniones reposadas, no los gritos tabernarios espoleados por la ira, una ira que además no es ni siquiera propia, es ajena, te la injertan como un esqueje en una parra.
Calma, sosiego y pocas noticias de radio y TV, desde que lo hago vivo más feliz... y mejor informado.
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