En estos tiempos de coronavirus y pandemia todos tenemos las emociones a flor de piel, los nervios se disparan y cualquier situación puede convertirse en un incendio, mandan las tripas, no los sesos, y todos tenemos el dedo tembloroso sobre el gatillo del revólver en plan Harry el sucio. Todos somos justicieros que armados de nuestras sensaciones juzgamos y condenamos (o elevamos a los altares) en menos de dos segundos.
Os pongo aquí el vídeo:
Todo rápido, sin reflexión, pura intuición y ya luego toca echar razonamientos para justificar la postura adoptada. Y donde no llega la intuición entra la jauría. ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.
En este contexto el conocido empresario hotelero Enrique Sarasola ha enviado un vídeo bastante intenso a sus empleados que ha sido filtrado a la prensa. Deduzco al verlo que el empresario no contó hasta 10 antes de grabarlo.
Ahora las redes sociales se han dividido en dos bancos, los que lo ensalzan como el héroe emprendedor que lucha a brazo partido por la supervivencia de su empresa pese a los chupópteros de los trabajadores y los que lo critican por atreverse a presionar a los esforzados obreros que son los que de verdad permiten que la empresa gane el dinero que termina en los bolsillos de Enrique.
Tengo mi propia opinión de este vídeo, desde luego este hombre no me parece ni un santo ni un demonio, tan sólo una persona normal en un momento de cabreo provocado por algún trabajador peculiar, pero bueno, hoy ha sido tendencia, que en los tiempos que corren es casi lo mismo que ser elevado a los altares, pero con la celeridad que domina el panorama mañana nadie se acordará de este documento.
Os pongo aquí el vídeo:
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